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Por él…la vida

Date: 

29/11/2016

Source: 

Periódico Granma

Auteur: 

Es la cola, gigantesca, de una criatura humana que se llama pueblo. Ella se extiende, se desenrosca, se anuda y engorda nuevamente, a lo largo de una, de dos, de varias avenidas capitalinas que conducen hasta el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución. Esa es La Habana hoy, una Habana, una Cuba que no concilia el sueño, que no calla en los días en que ve partir al más grande de sus hombres, al que concibió, y definitivamente fundó la mayor revolución social de Latinoamérica.
 
Caminan varias cuadras, unos cuantos kilómetros y esperan cuando se detiene el paso de los que anteceden. Es tu gente Fidel, que no quiere estar ausente el día que te vas, o mejor, el día que iniciaste un viaje a lo eterno. Somos nosotros, tu Cuba, la que hoy te cuenta, te canta, te habla, te piensa, te llora, te aprieta fuerte, hondo para que no te vayas.
 
Las palabras se vuelven finitas, cortas, y los recuerdos de ti, invaden todo nuestro espacio.
 
Más de uno de nosotros te conocimos en una foto de pared, en la sala de la casa de nuestros abuelos, más de uno te ha comparado con el hombre que por defensor de los pobres y redentor de los culpables, fue muerto en la cruz, más de uno quedó anhelando verte de cerca.
 
Eres leyenda hombre de manos largas. Símbolo. Verbo. Tu barba, tus botas, tu tabaco. Pudiste equivocarte Fidel, porque creo que no hay otra manera de hacer una Revolución que errando alguna vez, mas tu obra fue inconmensurable. Representas un tiempo, un país.
 
Apenas unos metros a la salida del Memorial José Martí estaba Susana, una señora cuya figura confirma los más de 70 años de vida que tiene. Y ella llevaba todo el desplomo del mundo en sí.
 
«No nos quedamos solas, no estamos de­sam­paradas», intentaba calmarla María —no sé si era la amiga, la hermana o la vecina que la acompañaba—.
 
Con la voz quebrada Susana contó que había conocido a Fidel en una de sus tantas visitas al hospital Ameijeiras. «Él era único, hemos perdido un hombre que no tiene igual», expresó.
 
Su devoción por Fidel —dijo— le viene de familia. «Mi padre, era del Partido Comunista y toda la vida quiso conocerlo».
 
Susana fue una de esas tantas personas que tuvo, alguna vez, la mano de Fidel sobre su hombro. «La última vez que lo vi le dije, cuídese mi Comandante que yo quiero que viva por mucho tiempo».
 
Caridad, la mujer que la acompaña, aclara: «Nosotros somos negros, y Fidel nos dio nuestro lugar. Creo que eso lo distinguió entre muchos, su amor al prójimo».
 
Pero la fascinación por el barbudo de la Sierra trascendió las fronteras de esta Isla. Ayer, Alexei y Olga Sharapov, un matrimonio de Oremburgo, Rusia, caminaban rumbo a la Plaza de la Revolución. La noticia del fallecimiento del líder cubano, los sorprendió mientras estaban de vacaciones en Varadero.
 
Durante seis horas —comentaron— permanecieron en la terminal, intentando llegar a La Habana, para asistir al homenaje póstumo de quien, considera Alexei, «es uno de los más grandes políticos que pudo contra la política neocolonial de Estados Unidos».
 
«El Che y Fidel son como una especie de rompehielo que pudieron hacer una Revolución. Fidel se convirtió en el gran político que logró liberar a su país de la monoproducción industrial.
 
«A pesar de la destrucción de la URSS, Cuba pudo conservarse, lo que me alegra mucho, independiente y libre. Por eso estamos aquí, para el último adiós».
 
El joven ruso advirtió que Fidel es el hombre con un récord inigualable de atentados en la historia de los presidentes. «Y sobrevivió a todos, no murió», apuntó.
 
«Nosotros tenemos el deseo de que Cuba, no obstante a sus transformaciones en la economía, continúe con la misma política, para que no se pierda entre tantos países de América Latina y conserve su personalidad. A Fidel nadie lo va a degradar del estatus de héroe, y como dijo Camilo, creo que esta vez también hay que decir ¡Vas bien Fidel!», expresó.
 
Llusif Sadin es cubano, pero como embajador de Djibouti, tierra del cuerno africano, pasó muchos años fuera de su país. Quiso el destino que estuviera hoy aquí, viviendo junto a los suyos la pérdida y el adiós.
 
«Hemos perdido a un hombre verdaderamente valioso, el maestro de nuestra política internacional, un visionario y estudioso de los problemas globales», destacó.
 
Hace muchos años —aseveró— Fidel trascendió a Cuba. A África, por ejemplo, nos unen vínculos de sangre y de historia, y allí cuando se habla de este país, en lo primero que se piensa es en Fidel, es como si él fuera la semilla o la raíz, dentro de la planta que es Cuba.
 


Miguelito apenas tiene dos años. Anda cómodo y seguro en los brazos de su padre. Con certeza no entiende el significado del nombre que repite: «Fidel, Fidel…» mientras el padre, acompañado de su esposa y otra pequeña niña, explica que aunque sus hijos no comprendan ahora el momento histórico que están viviendo, un día, cuando crezcan, van a agradecer haber estado aquí.
 
Entonces el padre, orgulloso de sus lecciones, pregunta al niño, cómo saludas a Fidel, este levanta su manita inclinada a la altura de la frente, y sonríe.
 
Eran casi las ocho de la noche y Graudelia Montes de Oca llega asistida por su silla de ruedas. Lo que me dice, responde todas las preguntas: «Por él… la vida».
 
«Fue la noticia más triste de mi vida», dijo secando sus lágrimas Alejandro Corbea, estudiante de la Facultad de Geografía de la Universidad de La Habana. «Se perdió el hombre más grande de esta tierra».
 
El dolor era palpable. La periodista italiana, Ida Garberi, confesó entre lágrimas: «Tengo la misma tristeza que sentí el día que murió mi padre. Vivo en Cuba desde hace 15 años, y es gracias a Fidel y a la Revolución Cubana».
 
Para la educadora Gladys Bergondo Ferrer esta ha sido una pérdida insustituible: «Fui maestra del primer Instituto Pedagógico Makarenko, creado por la Revolución y Fidel. Todas las que fuimos profesoras allí lo sentimos como un padre. Cuba entera lo ha llorado, y hasta sus adversarios han bajado la cabeza».
 
Se sabía que su muerte era inevitable, pero nadie la esperaba, comentó al periódico Granma Isabel Chediak, estudiante de 6to año de Medicina. «Siento como si hubiera muerto un familiar querido, pues así lo hemos considerado en mi casa y en mi familia. Es muy duro. No estábamos preparados para decirle adiós».
 
«Cuando supe la noticia casi me da un infarto», comentó José Ramón Sánchez Valido. «Soy de la provincia de Granma y nací el 24 de julio de 1953, dos días antes del asalto al Cuartel Moncada; por eso, me siento muy comprometido con la Revolución. Tuve el privilegio de conocer a Fidel, durante los años en los que fui trabajador de los órganos de seguridad del país. En ese tiempo muchas veces estuve involucrado con la protección del Comandante».
 
Fidel no se ha ido, dijo Sánchez, mientras su voz se entrecortaba por la emoción. «Él es y será siempre cada uno de nosotros». Su nieta, alumna de la enseñanza primaria, con lágrimas en los ojos solo pudo decir: «Yo lo quería mucho».
 
La pionera Rocío Quesada Mesón visitó también el Memorial acompañada de su familia. Con una flor en su mano, y vestida de uniforme escolar, aseguró que Fidel era como un amigo, «alguien muy especial en mí, por todas esas cosas que hizo por nuestro país y por los niños». Kevin Valdés, otro pionerito de apenas siete años, mientras se alejaba de la mano de su padre, le dijo: «cuando yo sea grande quiero ser como él».
 
Liz Morales Bello, alumna de una escuela primaria de la capital, contó a Granma que en su aula todos los niños lamentan la pérdida de Fidel. «Imagínate, hasta una amiguita mía preparó un poema y lo leyó en el matutino. Decía algo así como que Fidel siempre será el ídolo de la patria. Todos nos conmovimos, porque todos los niños lo queremos mucho».
 
Sairis Casi Fabier fue al Memorial con su hijo pequeño en brazos y aguardó paciente su momento de rendir tributo. «No podía dejar de venir hoy. En primer lugar, porque soy revolucionaria. En segundo lugar, porque estoy haciendo honor también a la memoria de mi padre, un combatiente internacionalista y fidelista, que murió hace ocho meses. Y por último, vine también por mi hijo. Quiero que recuerde siempre la figura del Comandante».
 
Eduardo Rodríguez, trabajador del Banco Popular de Ahorro, también rindió homenaje y trajo consigo a su bebé de apenas pocos meses de nacido. «Él es el hombre que ha forjado la juventud, que nos ha dado a muchos la oportunidad de estudiar», comentó.
 
Provengo de una familia humilde, comentó el joven Alejandro Corbea, por eso: «A él le debo estudiar en la Universidad de La Habana y para mí es un honor pertenecer al mismo lugar donde él se hizo revolucionario. Nuestro país ha perdido un tesoro muy grande».
 
Joel Suárez, coordinador del Centro Memorial Martin Luther King, reconoció ser «el hippie que más lo quiere. Lo conocí porque formaba parte del círculo de amigos de mi padre, el Reverendo Raúl Suárez. Cuando mi familia supo la noticia, oramos. Si tuviera que describirlo como hombre, diría que él se parece mucho al rock and roll: intenso, de marcha retumbante».
 
«Yo sé que no está muerto», dijo Ismael Osoria, de 80 años. «Él sigue entre nosotros. Lo que tenemos que hacer ahora es ponernos ese chaleco moral del que habló una vez. Y echar pa’ adelante».