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La Crisis de Octubre Medio Siglo Después

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Revista La Nueva Réplica
La crisis de los misiles llevó al mundo al borde de la guerra nuclear.Terrorismo y lucha armada no son sinónimos, sin embargo, existen medios en la política para llegar al poder como son la violencia, los secuestros, los asesinatos, las guerrillas urbanas y rurales, los actos de acción y sabotajes, todos tan viejos como la prostitución, el espionaje y la religión y han sido practicados y llevados a cabo por los siglos de los siglos desde los inicios mismos de la sociedad.

Métodos de guerra irregular, asimétrica o sin reglas comenzaron a practicarse en Cuba a partir de las primeras conspiraciones contra la metrópolis española los que se manifestaron con mayor auge desde la primera guerra de independencia y que constituyeron un accionar de lucha política dentro de la República —a través de los gobiernos que se sucedieron a pesar de que estos estaban estrechamente ligados a los intereses norteamericanos desde la independencia de España en 1898 —por parte de diferentes grupos de revolucionarios, hasta que finalmente, en 1959, conquistaron el poder.

Al triunfar la Revolución Cubana, esos diferentes procedimientos de lucha política lejos de detenerse aumentaron —esta vez en contra del nuevo e incipiente proceso de arquitectura socio-político-ideológico que empezaba a desarrollarse en la isla con una clara orientación nacionalista y que comenzaba  a tomar medidas que lesionaban los intereses estadounidenses — y no sólo formando parte dentro de ellas los elementos desplazados del poder conocidos por (c/p)  batistianos  y sus más cercanos colaboradores sino también se integraron revolucionarios que habían participado directa y activamente en la reciente lucha contra la tiranía encabezada por Fulgencio Batista Zaldivar —los que disentían ante el rumbo que tomaba  el proceso revolucionario en el que habían participado produciéndose internamente una guerra civil—  fecha a partir de la cual comenzaron a producirse diferentes actividades de violencia contrarrevolucionarias internas —en la que participarían miles de hombres y decenas de mujeres— agrupados en diferentes organizaciones como La Rosa Blanca, La Legión Anticomunista del Caribe, el Movimiento de Recuperación Revolucionaria  (MRR), el Movimiento Demócrata Cristiano (MDC), el Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), el Movimiento de Recuperación del Pueblo (MRP), el Movimiento 30 de Noviembre, el Frente Unidad  Revolucionaria (FUR), el Frente Unido Occidental (FUO) Frente Anticomunista de Liberación (FAL), entre otros.  No obstante, Fidel Castro y sus más estrechos colaboradores tenían plena conciencia, que estas organizaciones  recibían total apoyo financiero y logístico por parte de los Servicios Especiales de los EE.UU. (CIA), estaban seguros que finalmente podían controlarlas y neutralizarlas — no sin pagar por ello un alto costo político, inversión de enormes recursos económicos y de sacrificios en vidas humanas, tanto por parte de sus opositores y disidentes como entre sus propias fuerzas, porque entre la población de la isla, se contaba con un amplio margen de simpatía militante activa y sobre todo, teniendo en cuenta que estaba respaldado por un excelente y fundamental escalón de apoyo — sus Servicios Especiales  en Seguridad Nacional los que ya mostraban en el campo un buen “Modus Operandi”.

Si bien económica e internacionalmente la Revolución Cubana estaba respaldada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) —lo que le garantizaba un relativo grado de estabilidad interna y externa— dentro del marco de la Guerra Fría no formaba parte de ningún Tratado o Pacto Militar, por lo que la máxima dirección del  gobierno cubano tenía dentro de sus máximas prioridades, en  materia de Seguridad Nacional, tratar de conocer, prever y neutralizar  a  cualquier costo Operaciones Negras o de Bandera Falsa — algunas de las cuales ya se habían planeado, ejecutado y fracasado — que pudieran ocasionar la intervención directa de las fuerzas armadas estadounidenses en la isla.

Kennedy, Fidel y Nikita Khrushchev, los protagonistas.
Cuba en el ojo de la tormenta

Al recibir  Fidel Castro, como Jefe de Estado, su Estimados de Seguridad Nacional (3) —una compilación de inteligencia “secreta y sensitiva” elaborada por sus Servicios Especiales— donde le informan que el 30 de noviembre de 1961 el presidente John F. Kennedy en correspondencia con la Comisión Taylor (4) ordenó “incluir el asunto cubano dentro del contexto de la Guerra Fría”  y por orden ejecutiva aprueba el Proyecto Cuba u Operación Mangosta (Mangoose) (5) dentro de la Sección 4 de la División del Hemisferio Occidental de la CIA (WH/4) ordenando paralelamente al Departamento de Defensa “incluir a Cuba dentro de sus planes de guerra”  — comprende que tenía ante sí, por primera vez, una nueva, real y peligrosa amenaza  de ser derrotado mediante la intervención directa de tropas de combate por parte de una administración estadounidense que no sólo había dado “luz verde” a sus Servicios Especiales para asesinarlo sino que ésta vez había dado órdenes a su  Departamento de Defensa de prepararse para  intervenir directamente en Cuba. Inteligencia que, además, sería corroborada e informada a sus homólogos cubanos por los Servicios Especiales de la URSS.

Con independencia de las decisiones y medidas adoptadas por los Servicios Especiales y las Fuerzas Armadas Revolucionarias sobre la Seguridad Nacional en respuesta a los planes de la Administración Kennedy, prioriza principalmente a la Dirección General de Inteligencia (DGI) —conocida en el argot de aquellos tiempos por  “M”— otorgarle un máximo interés a la colección y búsqueda de “inteligencia” referente a esos nuevos proyectos y planes (4) convirtiéndolo en Prioridad No. 1 de Seguridad Nacional, pero la decisión política principal de disuasión-defensa adoptada por Fidel Castro con el fin de prevenir y evitar la invasión estadounidense consistió en: LA DISUACION ATOMICA.

Fidel Castro dio la solución a la Crisis.

La aprobación para la utilización de las armas atómicas en conflictos bélicos no es potestad de los militares, quienes hacen la guerra por las decisiones de sus políticos. La autorización para su uso es mediante órdenes ejecutivas políticas dictadas por los Jefes de Estado. Por ello Castro solicita a la URSS la instalación en Cuba de Misiles Balísticos de Alcance Medio ((MRBM SS-4 y SS-5 ) tomando la palabra ofrecida por Nikita Khrushchev quien en abril de 1962 durante sus vacaciones en Crimea al conocer de la instalación de misiles balísticos de los EE.UU. en Turquía, su respuesta fue que desplegaría armas similares en Cuba.   

Decisión política disuasiva asumida por el gobernante cubano —quien es sin duda contra todo apasionamiento o sentimientos adversos de amigos y enemigos por las razones, puntos de vista y causas que fueren  todo un estratega y maestro en el arte de la guerra y un extraordinario jugador político internacional—  que conocía que sólo la presencia del poderío militar atómico por parte de los principales actores de la Guerra Fría — la URSS y los EE.UU.— había servido hasta ese momento para mantener la paz y el equilibrio de fuerzas mundiales, por lo que también a Cuba le serviría de factor disuasivo, única opción viable que le quedaba para tratar de hacer “tablas dentro del difícil ajedrez político-militar” frente a una segura invasión militar de los EE.UU al cual se enfrentaba.

Con ese propósito visita a La Habana el 29 de mayo de 1962 una delegación militar soviética de alto nivel encabezada por el Mariscal Biryuzov Comandante de las Fuerzas Estratégicas de Cohetes Nucleares Soviéticos.

En correspondencia, el día 2 de julio de 1962 llega a Moscú una delegación militar cubana encabezada por Raúl Castro Ruz, Comandante y Ministro de las Fuerzas Armadas de Cuba. La propuesta de Fidel Castro estaba basada en tres puntos: a) en que el despliegue de los misiles en Cuba aumentaría la energía nuclear soviético por detrás de la de Estados Unidos; b) serviría para disuadir a Estados Unidos de invadir Cuba; y c) poner fin a la doble norma por la cual los Estados Unidos continuaba estacionando misiles en el perímetro soviético, negando a éstos un derecho recíproco.

Los milicianos en pie de guerra en la Habana. Cuando el mundo casi se destroza

LA CRISIS DE OCTUBRE (15 de octubre de 1962 hasta el anuncio de su desmantelamiento y traslado de vuelta a la URSS el 28 de octubre de 1962). Nikita Khrushchev acepta el ofrecimiento de Fidel Castro y así comienza una Operación Negra (Black Ops.) cuyo código sería “Añadir”  —maniobra al mando operativo del general Issa Pliyev, un veterano oficial condecorado de la Segunda Guerra Mundial— la cual consistía en el despliegue de misiles balísticos, aviones bombarderos y una división de infantería mecanizada Black Ops. ”Añadir” contaba como escalón de apoyo táctico con cuatro submarinos soviéticos cargados con torpedos nucleares, codificada dentro de otra Black Ops.  c/p “Operación Kama” , cuyo propósito era la instalación de una base naval secreta en la isla con fuerzas militares y armamento atómico capaces de disuadir o defender a la isla de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

En octubre de 1962, la CIA y aviones espías norteamericanos U2 verifican la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas soviéticas en territorio de la República de Cuba.   

La historia, paso a paso  su cronología, el desarrollo de la Crisis de Octubre o de los Misiles en Cuba es bastante conocida. Desde la toma de la decisión del Presidente Kennedy de establecer una “cuarentena defensiva”, es decir, un bloqueo de la isla, desplegando unidades navales y aviones de combate en torno a Cuba, las cartas de “negociación Kennedy-Khrushchev así como todo lo referente al conflicto armado entre los dos superpotencias, estaba servido.

Como profesional de los Servicios Especiales, hay un nuevo aspecto sobre la Crisis de Octubre del que tal vez no hayan leído o escuchado nunca antes, que deseo ofrecérselo a nuestros lectores elaborado a  través de información de código abierto desde la perspectiva y experiencia del análisis de contenido, del situacional y del establecimiento de un micro perfil sobre la personalidad de Fidel Castro, al que donde quiera que se encuentre, sin odio, rencores, ni tomar partido, llegue nuestro reconocimiento y respeto por el brillante papel, como estadista, y excelente “jugador operativo” en inteligencia que supo “vencer al enemigo sin combatir” gracias a la agudeza y a la astucia, lo que es uno de los principios del arte supremo de la guerra y lo reflejó  antes y durante la Crisis de Octubre.

Continuará...